viernes, 13 de mayo de 2011

Industria Biotécnica de Energía




Un nuevo estilo en ARQUITECTURA SOLAR

En 1989, con la primera experiencia en Arquitectura Bioclimática y especial referencia a la vivienda-prototipo en monitorización por la Escuela Técnica Superior de Arquitectos del Vallés (Barcelona), refrendado con la obtención de uno de los Premios Construmat del mismo año,  "Arquitectura solar activa”, aparece la primera referencia amplia al "Escudo Térmico", como material y concepto básico de la referida tipología arquitectónica. 
Se ha visto recientemente culminado con la disponibilidad a escala Industrial, del material básico requerido para que los Arquitectos e Ingenieros, puedan proceder al diseño y ejecución de Edificios, en una nueva y eficaz metodología de construir.
Gracias a la experimentación sobre vivienda-prototipo levantada en el campus de la Escuela de Arquitectura del Vallés, como la realización de los edificios VIDA en Ibiza, dentro de los Programas de la U.E. Thermie, Joule y Craf-Paee, los Técnicos han podido comprobar funciones y rendimientos que se establecieron teóricamente en aquéllas. 
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La Ley del Sol
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La radiación del sol constituye la fuerza que mueve la naturaleza a modo de reloj cósmico y da lugar al ciclo natural de materia y energía, incluido el efecto beneficioso que tiene sobre la salud del ser humano.
Aristóteles ya propuso que la ciudad debe aprovechar al máximo la energía solar; también Sócrates se refiere a la mayor o menor penetración de la misma en los edificios en función de su orientación, época del año y situación geográfica. De esta manera, la casa será más agradable de habitar si está bien iluminada, es fresca en verano y cálida en invierno, es decir, toma en cuenta los aspectos climáticos como factor condicionante.
Los sabios egipcios completaron estos conocimientos tomando en consideración la oblicuidad de la recepción solar en su variante anual, y describieron el efecto invernadero que registra el cuerpo dentro de un recinto de cristal sometido a la misma.
La construcción de invernaderos en Europa durante el siglo XIX trajo consigo la producción de hierro y vidrio a gran escala. La unión de ambos materiales ha permitido abordar nuevos programas y macroestructuras, como las que aparecen en los escenarios urbanos actuales.
Wright y Le Corbusier, maestros de la arquitectura de la luz se adelantaron a su tiempo. Los Arquitectos se han apoderado con entusiasmo de esta importantísima tecnología, aplicándola cuando la necesitaban, provocando enormes consumos energéticos.
Es racional concebir cada edificio como el lugar donde se vive o se trabaja, por lo que tiene que generar sensaciones agradables. La clave de las mismas está, de manera preferente, en el sol, la luz y la contemplación de la naturaleza, o sea, una simbiosis biológica que sólo se consigue buscando desde el primer diseño la adaptación como hito sublime a las Leyes del Sol
La experiencia histórica y las nuevas técnicas permiten hoy una integración para que el edificio actúe de modo reversible, o sea, como acumulador y distribuidor al mismo tiempo, de la energía solar.
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Efecto Cañón 
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El incremento de 1º C en la temperatura media, representa un aumento de más de un 3% de los gases contaminantes al nivel de la calle, y el consiguiente daño para los que en ella viven y respiran. En los nueve metros cúbicos de aire que, por termino medio, respira diariamente cualquier persona, se acumulan aproximadamente nueve gramos de materias y gases tóxicos. 
La radiación solar y el calor producido por las actividades del hombre, influyen sobre el ambiente y repercuten en el bioclima del hábitat urbano, generando una especie de “isla de calor” que, situada a unos 200 o 300 metros de altura, cubre permanentemente la ciudad.

La degradación ambiental influye también el progresivo deterioro de las condiciones de vida que lleva consigo el continuo aumento de la población y el esfuerzo por adaptarse a un  espacio limitado y escaso, es decir, a unas dimensiones no adecuadas de la ciudad.
Se alcanzan temperaturas en las paredes de los Edificios y en las  calles superiores a los 60º C en las horas mas soleadas. Todo el calor recibido por muros y techos es de nuevo remitido, en forma de radiaciones infrarrojas que atraviesan y calientan el aire circundante. 
El tipo de urbanismo elegido en las grandes ciudades hace que estas se parezcan a un “gran cañón”, calles estrechas con edificios altos a ambos lados.  
Las numerosas reflexiones de las radiaciones infrarrojas entre la multitud de paredes causan un efecto invernadero que, mantenido durante las horas nocturnas, restringe la circulación del aire y aun más la renovación de éste.
Sobrecalentamiento Urbano, emisión a la atmósfera de gases y calor generado por los vehículos, por la combustión de hidrocarburos para calefacción, por los sistemas de refrigeración, por aerosoles, etc, son causantes de un aumento de calor de 20 a 40 calorías por metro cuadrado, que representan más del 10% de la energía solar recibida al nivel de la tierra.
A los componentes naturales del aire puro se añaden los residuos liberados de los hidrocarburos, en particular los óxidos de azufre y nitrógeno, los óxidos de carbono y otros productos en menor cuantía. Dentro de la ciudad se estima que cerca de un 50% de estos residuos son emitidos por los vehículos y otro 45% por los sistemas de calefacción. 
La toxicidad de estos gases aumenta con la temperatura y la acción de la radiación ultravioleta da lugar a un proceso de foto-oxidación que genera nuevos compuestos nocivos. Estas acciones combinadas son causantes del aumento de las enfermedades de tipo cancerígeno.
El sobrecalentamiento de la atmósfera es una de las causas de los cada día mas frecuentes, fenómenos de intensas lluvias muy localizadas y las consiguientes inundaciones.
Cualquier programa para conseguir un hábitat mas saludable en las Ciudades, es evidente que comienza por intervenir  reduciendo las “islas de calor” y bajando la concentración de gases contaminantes.

Actuar en este sentido significa en primer lugar, disminuir los despilfarros energéticos en los Edificios, que puede conseguirse con mejores aislamientos térmicos en muros y techos y la integración en ellos de sistemas que puedan recuperar la energía solar y actúen como generadores, transformándola en calor y electricidad para que cubran las necesidades energéticas de éstos.
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